Por el Día del Maestro…
El 11 de septiembre es la fecha que más moviliza afectivamente a los que formamos parte de la comunidad educativa.
Sin duda, pocos han sido los que contribuyeron desde las ideas y la acción al desarrollo de la educación como Domingo Faustino Sarmiento. Durante su Presidencia se propuso elevar el nivel social de amplios sectores de la población a partir de una fuerte acción educativa impulsada desde el Estado.
En ese entonces la educación era privilegio de un sector muy reducido de la sociedad, perteneciente o muy estrechamente relacionada con la elite dominante. Sarmiento abogó por una educación popular:- como él mismo sostuvo “Lo que necesitamos primero, es civilizarnos, no unos doscientos individuos que cursan las aulas, sino unos doscientos mil que no cursan ni las escuelas”.
Domingo Faustino Sarmiento fue un importante intelectual de la vida cultural y un actor fundamental en el quehacer de la política en nuestro país, pedagogo, escritor y presidente, fue impulsor de la enseñanza básica elemental.
Es por ello que en 1943, a 55 años de su fallecimiento, la Conferencia Interamericana de Educación -integrada por educadores de toda América- se reunió en Panamá y estableció el 11 de septiembre como Día del Maestro.
A pesar de que existen algunas controversias respecto a la figura de Sarmiento, es interesante insistir en su valoración de la educación como agente transformador de un país. Entendía que el fortalecimiento de una identidad desde la escuela era la manera de reunir una sociedad dividida culturalmente.
La magnitud y alcance de la obra educativa de Domingo Faustino Sarmiento solo se entiende cuando se la considera en el contexto de su modo de pensar la realidad Argentina de su época, como un conflicto entre “civilización y barbarie”.
La educación se revela como el aspecto más luminoso del “Maestro de la Patria” que contrasta con otros aspectos más polémicos y antipopulares de su accionar político. No obstante, su figura ha trascendido su propia historia y hoy se ha convertido en un símbolo del gigantesco esfuerzo que miles de docentes argentinos desarrollan día a día.
También recordamos en esta oportunidad al maestro venezolano Simón Rodríguez y su pedagogía libertaria, a las hermanas Olga y Leticia Cossetini poniendo en el centro de la escena al alumno, a Florencia Fossatti con su idea de escuela para el pueblo, al duro trabajo entre hacheros de Ángela Peralta Pino, su casa-escuela rodante y a los 606 docentes desaparecidos en la última dictadura cívico militar de nuestro país.
No olvidemos que la historia transcurre no sólo por la acción de grandes figuras, sino principalmente, por el gran esfuerzo de cada uno de los que conformamos la sociedad y es allí donde radica nuestra responsabilidad.
Hoy, somos testigos de una crisis de identidad nacional, del desmembramiento del tejido social y sería interesante que aprovechemos el espacio que nos brinda la escuela para reflexionar sobre la posibilidad de encaminarnos hacia objetivos más nobles.
Por lo tanto este día no es para honrar o exaltar a nadie, a ninguno. Es para celebrar que trabajamos todos, ustedes y nosotros, con orgullo en una Escuela. Es pues el “Día de los que trabajan en la Escuela”. Ese lugar que garantiza la igualdad, la noble Igualdad, porque aprender acá es gratis, porque no se discrimina a nadie, no nos importan los colores más que para pintar, porque los docentes no se eligen a dedo, porque acá la solidaridad es regla, porque no le damos la espalda a la realidad del pueblo. Acá nadie se queda sin preguntar ni responder, sin su poema o su historia, sin su pincel y su canción. Acá todos tienen palabras para compartir, prestar y repartir, haciéndolas crecer para que un día suenen fuertes y bellas. Es la escuela donde nos construimos una voz propia, personal, no copiada de las pantallas; acá nadie se entrena para repetir “tomá cocacola” o “apréndete el versito”. Es el camino donde nos ayudamos a crear una voz para contar nuestros dolores, gritar nuestros descubrimientos y contagiar nuestros amores. Porque trabajando día a día entre docentes y alumnos podemos comenzar a crear una nueva realidad que promueva nuestro bienestar, pensando en aquello que nos caracteriza y nos reúne para valorizarlo y afianzarlo como base para la construcción de algo más duradero.
Por eso es importante que hoy, además de recordar a Sarmiento y saludar a los maestros, veamos qué podemos hacer por nosotros mismos y nuestro futuro, reconociendo la defensa de los derechos humanos y la democracia. Formando parte de esta generación de docentes del bicentenario con la importante misión de reorientar la educación hacia nuevos horizontes, nosotros comenzamos con el compromiso, como protagonistas de una Argentina dinámica, orgullosos de haber nacido en este país. Somos educadores y estudiantes que vemos con ilusión el futuro, estamos enamorados del futuro, y orgullosos de pertenecer a esta generación.
Excelentes palabras, Gracias.